El 24 de marzo de 1976, los militares tomaron el poder por la fuerza y derrocaron al gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón.
Se trató de un golpe cívico-militar. El gobierno quedó en manos de la Junta Militar, conformada por Massera, Agosti y Videla, quien a su vez asumió el cargo de presidente de facto. No solo compartían la toma de decisiones, sino que también se dividieron de manera equitativa los ministerios y los medios de comunicación que en esos tiempos estaban en manos del Estado.
Desde un comienzo, las Fuerzas Armadas impusieron duras condiciones que restringían libertades: prohibieron la actividad de los sindicatos, cerraron el Congreso de la Nación, disolvieron los partidos políticos, censuraron la libre expresión de los periodistas y de los artistas, y dictaron leyes por encima de la Constitución Nacional.
Los militares asumieron el control total del país y arremetieron contra el modelo republicano de la Argentina, cuyo sistema de gobierno se divide en tres poderes: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial.
Durante todo el proceso, aunque principalmente en los primeros años, los líderes de la dictadura desplegaron un plan sistemático de desapariciones forzadas de militantes políticos, estudiantes, profesores, artistas, periodistas y todo tipo de civiles.
Por otro lado, otro de los crímenes de lesa humanidad que caracterizó a la dictadura fue la apropiación de menores, principalmente de hijos e hijas de desaparecidos. En algunos casos eran secuestrados junto a sus padres, mientras que en otros, nacían dentro de los centros de detención clandestinos.
Tras quedar huérfanos, sus destinos corrían diferentes suertes. Podían ser abandonados en hospitales sin ningún documento que acreditara su identidad, ser dados en adopción de manera ilegal o incluso ser apropiados por los propios militares o familiares de estos.
Hasta el momento, las Abuelas de Plaza de Mayo, un grupo de mujeres que en 1977 comenzaron con la búsqueda interminable de los hijos de desaparecidos, lograron recuperar 130 nietos. Según estimó Estela de Carlotto, la presidenta de la asociación, aún quedan alrededor de 300 por localizar.
Los Derechos Humanos son fundamentales para todas las personas más allá de sus características o condiciones: género, sexo, etnia, edad, religión, partido político o condición social, cultural o económica. De tal modo, los Derechos Humanos procuran garantizar la dignidad, la libertad y la igualdad.